Libre mercado anti-capitalista (segunda parte)

    El libre mercado requiere que no haya trabas en el intercambio de bienes y servicios. No implica que obligatoriamente todos debemos intercambiar, pero sí que no se impida intercambiar libremente a quienes deseen vivir de esa forma. ¿Y quién que aceptase la libertad individual, podría prohibirle a otros que intercambien libremente y ser consistente con sus principios?

Algunos conceptos básicos
(explicados de forma muy simple)

    La oferta y demanda representa a dos actitudes inversas; cuanto ofrecen unos y cuanto piden otros de X cosa. Pero en el intercambio alguién que demanda algo debe ofrecer otra cosa a cambio por ello. Por ejemplo, si Alef necesita limones pero solo tiene chinas, ofrecerá chinas a cambio de limones. Si Gímel tiene limones y necesita chinas, ofrecerá sus limones a cambio de chinas. Este sería un mercado de chinas y limones. Consideremos que ambos trabajaron individualmente para obtener sus respectivos productos. ¿Como decidirán cuanto producto intercambiar por otro? Pues eso dependerá de cuál sea la oferta y la demanda de chinas y limones en el mercado.

    Ahora bien, si hay muchas más chinas que limones, es probable que la gente esté dispuesta a dar más chinas por cada limón o que aquellos que venden limones pidan más chinas a cambio de sus limones. ¿Por qué? Porque a los que ofrecieron chinas (por limones) se le fermentarían las chinas sobrantes y le ven poco valor a dejarlas podrir y porque los limones serían un producto relativamente escaso lo que les añadiría valor (en chinas) en ese momento. No se podría imponer arbitrariamente un precio para algunos (o todos) los productos y servicios, pues dicha imposición distorsionaría la oferta y demanda en favor de ciertos productores o consumidores y el único mecanismo para lograrlo sería la coerción. Sin embargo, el mecanismo es sencillo si la oferta de chinas es mayor que su demanda su precio baja y si la oferta de chinas es menor que la demanda (o sea, que haya menos chinas que limones) su precio (en limones) sube.

    Por otro lado, la competencia se basa en lo siguiente: que pueda haber más de un (individuo o empresa) ofreciendo sus productos (y/o servicios) y la no obstaculización coercitiva para que entren más personas a ofrecer algún producto o servicio. Por ejemplo, si hay pocas chinas y mucha gente desea intercambiar sus productos (o servicios) por limones, bien podrían más personas cultivar chinas para suplir la demanda del producto. O por el contrario, si hay demasiadas chinas bien algunos podrían modificar su producto y convertirlo en jugo, mermelada, licor, etc. Así entrarían en otros mercados y no perderían el esfuerzo que han invertido originalmente. También podrían decidirse a producir otra producto o servicio.

    Esta práctica de ajuste libre de precios por oferta y demanda, más la posibilidad de competencia, ayuda estabilizar el precio de los productos y servicios.


    Lo explicado como trueque puede hacerse utilizando dinero, cosa que es harto conocida porque lo hacemos comúnmente. Sin embargo, el dinero actual opera como un monopolio del Estado. Pero en un libre mercado diversos bienes pueden funcionar como dinero (incluyendo la moneda fiduciaria o billete de banco) con la sola premisa de que sea aceptado entre las partes como forma válida de pago. No pretendo entrar en controversias en torno a la base ni estándar del dinero en una sociedad sin Estado, sino recordar que cuando un medio de cambio es ampliamente reconocido como forma de pago se convierte en una herramienta que facilita el intercambio. La mayoría (si no todos) los precios se calcularían en dinero para facilitar la transacción. Por tanto, donde los individuos son libres para intercambiar aquellos que es producto de su trabajo (bienes y/o servicios) en forma de trueque también son libres de hacerlo utilizando un medio de cambio (el dinero).

¿No es así como funciona el capitalismo?


    Sencillamente no. El (neo)liberalismo y el laissez-faire estatista conceden al menos un monopolio coercitivo del Estado en torno a la seguridad y la justicia. El Estado aún así puede redirigir la oferta y demanda de ciertos productos haciéndolos necesarios para mantener la milicia y la policía o la supuesta seguridad nacional. De esta forma se desvían millones de dolares de los contribuyentes para acumular armamento militar y la tecnología necesaria para producirlo, además de elaborar mecanismo de vigilancia sobre la población acerca de lo que consumen, leen, publican, etc.

    El Estado del bienestar (y la supuesta Social-democracia) solo busca beneficiar a ciertas compañías "nacionales" haciendo más costosa la entrada de los productos "extranjeros". Mantiene la población más pobre controlada brindándole subsidios para comida, de vivienda, de estudio, de salud (entre otras cosas) con el dinero de los impuestos del presente y del futuro. Sí, del presente y del futuro porque los bonos que emite el Estado para solventar su obra "social" los debe pagar con los impuestos del futuro, endeudando a todos los contribuyentes sin su consentimento.

    Lo mismo sucede cuando los Estados limitan la competencia y la innovación a través de las patentes y derechos de autor. Esto encarece el producto en beneficio de ciertos accionistas y ciertas corporaciones. También el Estado limita la cantidad de oportunidades de empleo con la emisión de licencias y colegiaciones obligatorias. Esto, a su vez, provoca una disminución en la oferta de ciertos servicios y productos (los servicios de salud, por ejemplo) haciéndolos más escasos y, por tanto, más costosos. La regulación y desregulación de los mercados suele ser puro relajo Estatal. Se regula para limitar la competencia y se desregula cuando es muy difícil que empresas nuevas ocupen algún lugar en el mercado.

    Estas son algunas entre muchas intromisiones con las que el Estado beneficia a una élite compuesta de ciertos empresarios, accionistas, líderes sindicales y religiosos, abogados y banqueros, entre otros mafiosos y parásitos. Así, dicha élite, a través del Estado, retiene su poder coercitivo y adquisitivo, sus jerarquías y su cultura, imponiendo sus criterios a todos los demás habitantes de una región. Por tanto, hablar de libre mercado dentro del régimen capitalista (actual) es sencillamente una vil mentira y una provocación.

(la tercera y última parte, llegará muy pronto)

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