¡El Estado está desnudo! ¡Qué "muera" el Estado!

     La noticia es, definitivamente, la filtración de los comunicados entre las embajadas estadounidenses con Washington, DC y otras embajadas y Estados del mundo. Estos son los enlaces a los diferentes períodicos con acceso directo a la información:
Y claro está, el site que lo inicio todo: Wikileaks.

    Esto dejará mucho de que hablar (y escribir). Compartan con nosotros (si así lo desean) sus opiniones acerca de este "liqueo" de información a través de comentarios.

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De terrorismos efímeros y paranoias felices.

terrorismo.

1. m. Dominación por el terror.

2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.

paranoia.

(Del gr. παράνοια; de παρά, al lado, contra, y νόος, espíritu).

1. f. Perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas.

(Fuente: Real Academia Española)

Emma Goldman escribió una vez que si el acto de votar realmente cambiara alguna cosa, seguramente sería ilegal. Ciertamente, estas palabras han estado retumbando en mi cabeza. Este eco se agudizó desde que la facción partidista que actualmente ostenta control sobre el poder político en Puerto Rico declamó la necesidad absoluta de garantizar la democracia en los procesos parlamentarios estudiantiles mediante el voto secreto. Bueno, no se si podamos decir “control” o si el término dominio absoluto sea el más adecuado. Nos encontramos ante una subversión total de las tres ramas de control constitucionales que responde a las agendas particulares, político-partidistas y neo-liberales, del Partido Nuevo Progresista, y sustentadas por el uso desmedido de la represión policial.

Ante este tipo de atmósfera basada en la abierta supresión de la democracia y la disensión, cuando se puede argumentar que el boricua vive bajo un muy tangible Estado policial, hemos visto una explosión de columnas, artículos, anuncios, piezas editoriales y propaganda mediática atacando visceralmente a toda oposición. El vocabulario de preferencia para estas acciones reaccionarias ha sido firmemente anclado en el discurso de la Guerra Fría que, increíblemente, todavía florece en la mentalidad política puertorriqueña. Desde que entró en vigencia la nefasta Ley 7, y culminando con la histórica huelga universitaria reciente, el vocabulario ha crecido en su voracidad y veneno. El fantasma del comunismo colorea la paranoia folclórica que exorciza la derecha puertorriqueña, como un cómico espectro que se resiste regresar a su limbo particular.

Un breve repaso de historia debería de ayudarnos a entender lo risible que resulta el fantasma de la Guerra Fría de Fortuño y compañía: la Guerra Fría terminó en el 1991, con la caída de la Unión Soviética. Este pequeño dato aparentemente nunca quedó registrado en la paranoia existencial que pasa por realidad para la derecha reaccionaria boricua, la cual corea ahora nuevos cucos como Hugo Chávez y viejos cucos como Fidel Castro. El escuchar a los políticos de turno gritarle “comunista” y “subversivo” a todo aquel que exprese contrariedad a las políticas oficialistas se ha convertido ya en un ejercicio tan trillado que violenta toda semblanza de sentido común. En adición, nuestro flamante exgobernador Carlos Romero Barceló ha arremetido continuamente contra el estudiantado universitario, en una ocasión tildándolos de drogadictos (el término “coqueros” ha quedado jocosamente plasmado en el argot popular post-huelguista) y de parásitos del Estado. Tales arranques pedantescos bordearían en lo cómico y patético, si no tuviesen a su servicio el poder coercitivo del Estado detrás, una bestia levemente encadenada esperando lanzarse salvajemente, como lo hizo tantas veces durante la huelga. Es en esta atmósfera de intolerancia donde entra en juego la nueva palabra chic para referirse, especialmente, a los estudiantes que se han manifestado en contra de la imposición de la nueva cuota y el voto secreto: terrorista.

Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, la palabra “terrorista” ha reemplazado a los clásicos términos “insurgente” y “subversivo” en el coloquio del Estado cuando se refiere a aquellos que disienten sobre sus políticas. El cambiar el término “comunista pelú” por “terrorista” es una peligrosa estrategia de parte del poder. Tal término tiene una connotación que resulta repulsiva para la mayoría de la ciudadanía, y automáticamente lleva al que difiere al nivel de enemigo del status quo y de la sociedad misma. El terrorista, por su clara definición, utiliza el miedo para llevar a cabo sus metas, fomentando un sentido de temor tan grande que erosiona la capacidad de cualquier sociedad y gobierno para funcionar totalmente.

Aquí es donde vemos una clara disyuntiva entre la realidad que vivimos los puertorriqueños y la paranoia que viven aquellos en el poder. Si vemos quienes han utilizado la coerción mediante el miedo, no han sido ni los estudiantes huelguistas ni los empleados cesanteados, sino el mismo Estado, el cual ha hecho un uso constante, y que raya en sadismo fetichizado, de la represión policial para callar la voz de protesta, y una constante propaganda que busca distorsionar todo argumento en contra de sus posiciones. El utilizar el término terrorista es una reacción promulgada en transferir la carga opresiva del Estado al protestante, y a la vez justificar la continuidad de sus políticas de violencia institucionalizada.

Recientemente comenté en una pieza escrita por el joven Edwin Jusino, titulada "Una democracia de terror" y publicada en el portal virtual Estudiantes de la UPR Informan (http://estudiantesinforman.com/?p=205). En ella, el joven Jusino, íntimamente ligado al Partido Nuevo Progresista, militante de la juventud estadista en el Recinto de Mayagüez, y partidario del actual gobierno, continuó el uso del término terrorista contra sus hermanos y hermanas estudiantes universitarios. Terminó su columna con la siguiente aseveración: ‎

"La verdad es clara y simple. Las personas que están en contra del voto secreto están en contra de la democracia. Pretenden evitar que todos los estudiantes se expresen, pretenden mantener un regimen (sic.) de terror, una democracia basada en el terror y la manipulación para poder impulsar sus agendas políticas a la fuerza."

Comencemos con el obvio problema reduccionista de presentar un solo punto de vista como la verdad. Para el autor de esta pieza, la verdad absoluta se encuentra en la posición oficial del Estado, y todo lo que se aparte de ésta es un peligro potencial: en otras palabras, atenta contra la democracia. Que el mismo germen de la democracia se base en la discrepancia de ideas y el debate aparentemente elude al autor. Pero el verdadero peligro radica en la oración que le sigue: “(…) mantener un régimen de terror, una democracia basada en el terror y la manipulación (…)”. A prima facie, es posible que el joven Jusino aparenta argumentar que una democracia puede mantenerse mediante el terror, o sencillamente esta interpretación parte de un uso inadecuado del lenguaje? Realmente, a lo que alude esta oración (de forma indirecta, ya que obviamente no era la intención ni la comprensión del autor cuando redactó esta columna) es al monopolio a la violencia institucionalizada que la soberanía del Estado promueve para su propia sobrevivencia, y cómo cualquier tipo de peligro percibido a esa supremacía discursiva puede ser interpretada como "terrorista".

Si se refiere a terrorismo como la obtención de metas y agendas particulares mediante el miedo, Edwin Jusino tiene razón, pero se equivoca de terrorista. El terrorista no se encuentra en el Consejo General de Estudiantes, en los Comités de Acción, o en la Plaza Antonia. El terrorista se encuentra servilmente entregado a la agenda de aquellos que atentan contra toda migaja de democracia en esta colonia maltrecha. El verdadero terrorista se encuentra haciéndole el trabajo sucio al gobierno de turno, traicionando al resto del estudiantado y al país, abandonando su pueblo a un servilismo tribal mientras busca consagrarse políticamente con la élite política y económica del país.

Como dije en mi respuesta inmediata a la columna original, no nos debe de extrañar el vocabulario utilizado en esta columna, o en los recientes escritos de Carlos Romero Barceló. Solamente es necesario recordar la campaña de propaganda utilizada por la administración de la UPR durante la pasada huelga estudiantil. No nos debe de sorprender, cierto, pero tampoco nos debe dejar de ofender, y es nuestro deber, como seres humanos y como amantes de la real democracia, participativa y directa, preservar la voz de un ser humano emancipado y libre de toda represión. Es nuestro deber ciudadano el denunciar estas artimañas que atentan contra la libre expresión y buscan tajantemente perpetuar el control de los pocos sobre la mayoría. Estos son los verdaderos terroristas, aquellos que pretenden usar el espectro irresponsable del terrorismo para continuar su propia agenda totalitaria. Tal vez estos individuos que se prestan para servir como monigotes del Estado no necesitan buscar muy lejos para encontrar a los verdaderos terroristas; solamente deben de fijarse en un espejo.




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Dejemos de soñar la Anarquía

    La mayor parte del capital (sino todo) no ha llegado a las manos de quienes hoy lo poseen gracias al ahorro y la inversión de los precavidos dentro de un libre mercado. Todo lo contrario. La intervención del pillaje de ciertos mafiosos en favor de ellos mismos y sus favoritos ha sido la causa fundamental de la distribución actual del capital. Entiéndase por mafias a los príncipes, reyes, emperadores, faraones, jeques, representantes, legisladores, generales, presidentes y gobernadores y a sus favoritos como los nobles, sacerdotes, militares, bonistas, accionistas, empresarios y los dirigentes de los sindicatos tradicionales. Estas mafias se han consolidado bajo la justificación democrática para promover un mayor nivel de complicidad y confusión. Así nos hacen ver, que ha sido “nuestra voluntad democrática” la que sostiene, legitima y (re)distribuye el capital a través de sus servicios y el “libre” mercado.

    Esto es definitivamente un mito. La intervención constante del Estado, como llamaré a estas mafias de ahora en adelante, ha favorecido el ahorro de alguna élite de poder (grupo al que pertenecen los privilegiados que se benefician y que conforman el Estado) en perjuicio del resto de la población, directa e  indirectamente. Estas élites de poder se benefician de las condiciones creadas por el Estado y cabildean a favor o en contra de ciertas leyes en tanto maximizan o perjudican sus ganancias y, por tanto, su estilos de vida.

    Este constante secuestro del capital, obtenido a través de la expoliación primeramente y luego consolidado por las leyes del Estado, limita la cantidad de empresas en los mercados, para que la menor cantidad de empresas, obtengan una tajada más grande del pastel que le presentaran los consumidores. Lo que nos indica porque muchos empresarios actuales cabildean en favor de más años para sus patentes, derechos de autor y otras licencias restrictivas: porque detestan la competencia y harán lo que sea por evitarla.

    Al pueblo, aquellos que no pertenecen a la élite de poder ni al Estado, se le apacienta con la esperanza de algún día progresar, o sea, formar parte de la élite de poder. Esto, que innegablemente se cumple para unos pocos, cual si de una lotería se tratara, ha sido suficiente promesa para mantener el status quo. Y muchos se enorgullecen de vivir en el “menos malo” de los mundos posibles. Y que siga girando la rueda de la Fortuna, porque aquí no se puede hacer más na'.

    Ahí es donde entran en juego los partidos políticos, para "hacer bien lo que los otros han hecho mal". Y todavía aparecen los partidos "revolucionarios" que habrán de llamarse la vanguardia que lleve al pueblo a la empancipación. Pero es que la emancipación de un pueblo de la opresión centralizadora de una élite de poder no puede venir de la subordinación a otra élite de poder, no importa cuán obrera o "democráticamente" este constituída. Tampoco se logra mucho con votarle al partido contrario, para "castigar" a los gobernantes anteriores. Esto es sentarlos en la banca a descansar hasta que llegue el próximo voto castigo. "Pa' fuera es que van." Y to' el mundo velando la güira pa' conseguir un trabajito en el gobierno o un contratito que beneficie su empresa o una ley escrita para subir su negocio evitando la competencia.

     Y todo sigue siendo más de la misma mierda. ¿Por qué?

    Porque es al individuo a quién le toca la encomienda de (re)organizarse junto a otros individuos de forma que se beneficie directamente de sus acciones. No nos creamos el cuento de que otro (el Estado, el jefe, el caudillo) nos dictara la mejor forma de (re)organizarnos en colectivos "de progreso" (partidos, uniones, ¿¡naciones!?). Es a usted y a mí a quién nos toca elaborar la libertad individual, por mutuo acuerdo. Por nosotros mismo estamos esperando y no nos hemos dado cuenta. Reconociendo la (igual) libertad de cada humano, colaborar para crear empresas-obreras, cooperativas de consumo, sindicatos libertarios, instituciones de apoyo mutuo y comunidades que respeten la ética libertaria, socavando la arrogancia de las élites de poder y de la coerción que ejercen a través de sus jerarquías, su "democracia" y su Estado.

    Así, por la cooperación voluntaria, cada individuo trabajador debe procurarse el capital que le es vedado (al presente), fomentando estructuras participativas y libertarias, dejando atrás los partidismo, vanguardismos y sectarismos. Pues no hay que seguir esperando la gran crisis capitalista ni la "gloriosa" Huelga General para comenzar a construir las condiciones entre las que deseamos vivir.
    
Dejemos de soñar la Anarquía, comenzemos a trabajarla ahora.

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¡Copiar no es robar!

Un video breve mostrando la lógica sencilla que ha permitido el desarrollo de la(s) cultura(s) humanas por milenios, a pesar de las constantes agresiones para mantener la cultura secuestrada en favor de una élite y sus prerrogativas en torno a la organización social.



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Esto son sólo algunas sugerencias.

Usted puede contribuir con el desarrollo cultural, político y económico de la humanidad fomentando una cultura libre y no auspiciando a los mafiosos y parásitos que nos cobrarían hasta por hablar.

Juntos podremos combatir la Moderna Inquisición Cultural


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