Comentarios: Sobre
el escrito de
Antonio Quiñones Calderón,
A zafarse del
colonialismo. Publicado en
el periódico El
Nuevo Día pág.
55 de Perspectivas.
El
Artículo comienza
hablándonos sobre “la importancia
histórica del plebiscito de status que
se celebrará el 6
de noviembre del
2012 (conjunto las
elecciones generales). Luego de esto parte describiendo
las dos visiones de
gobierno que dominan
el discurso político
puertorriqueño (tanto de izquierda
como de derecha)
que según él
se nos presentan
como encontradas.
“la elección general del próximo
6 de noviembre es la más importante de nuestra
historia electoral. Al menos, de
nuestra historia electoral moderna.
Dos razones abonan a esa realidad. La primera, porque como nunca antes están en competencia dos visiones de gobierno diametralmente opuestas.”
Dos razones abonan a esa realidad. La primera, porque como nunca antes están en competencia dos visiones de gobierno diametralmente opuestas.”
Nombro
a estas dos
visiones predominantes como
el “neoliberalismo-conservador” y el “neokeynesianismo-populista”. Aunque
al fin y
al cabo, ambas
visiones se nos
presentan de manera
integrada. “Un modelo
se nutre del
otro, uno hereda
cosas del otro,
ni dentro del “engaño espectacular”, el
uno y el
otro se rechazan
mutuamente”.
Pero
siguiendo en el
análisis del artículo.
Antonio describe lo
que yo nombro
como “neoliberalismo-conservador”, de
la siguiente forma;
“ (…)se enfoca
en unas políticas
de responsabilidad fiscal,
de austeridad y
apuntalamiento efectivo de
una correcta escala
de prioridades de
obras y servicios
y en la
participación del sector
privado en las
estrategias de desarrollo
social y económico
que sustituyan el
viejo patrón del
Estado-paternalista.(…)”
Esta
es una lectura
de lo que
es el neoliberalismo desde
las categorías de
análisis del sistema
(modelo o
visión) que le
precedían.
En
Puerto Rico, como
en ningún otro
lugar, es clara
la fusión económica-estatal. El desarrollo del capitalismo a
nivel internacional va
de la mano del
desarrollo del Estado-Moderno o Burgués. Sólo
que en Puerto
Rico este desarrollo
del capitalismo relacionado
al desarrollo de
la “maquinaria estatal
moderna” surge de una forma
todavía más explicita,
poniendo en ridículo
las categorías de
análisis (dominantes) del “liberalismo clásico”
y del discurso
anacrónico ( ya
desde el nacimiento
de la “gran industria”) del “libre
mercado”. Esto porque
el recorrido histórico
desde el proceso
de industrialización y
modernización del país,
hasta llegar al
actual estado de “sociedad de
consumo1” se dio
por invitación e “intervención del
Estado2” . Un Estado
un tanto especial,
dado a su
subordinación a las
leyes del Congreso
de los Estados
Unidos (falta de
soberanía). Pero Estado
en ultima instancia…,
con sus “aparatos
represivos e ideológicos”4 muy
originales y propios.
Por
ello sostengo que es
muy
importante dejar
claro que el
neoliberalismo no busca
substituir el “viejo patrón
del Estado-paternalista”. Sino
más bien adaptar
a la maquinaria
estatal a los
caprichos del sector
financiero y las
multinacionales. En otras
palabras, adaptar “al Estado”
en base a
las necesidades, leyes
y caprichos del capitalismo
globalizado.
El
“neoliberalismo” sigue
siendo un proyecto
político que viene de las
disciplinas del Derecho
y la Economía
Política. Disciplinas por
excelencia de los “hombres
de estado” y que son aplicadas desde el
“poder del Estado”.
El
estado-bienestar se transforma
para abrir paso
a las nuevas trasformaciones del
capitalismo globalizado. Incluso
me atrevería a
comparar a los Estados-Nacionales con
el modelo de una “neo-colonia” sólo
que sin Nación
Imperial definida. Dado
a que el
papel de la “Nación
Imperial” lo estarían
jugando las multinacionales y el sector
financiero.
Es
decir, que “Puerto Rico
es la colonia
más vieja del
mundo en el preciso momento
histórico en que
los Estados-Nacionales se
conforman como neo-colonias
del capitalismo globalizado”.
“El Estado”, es
pues, aquel concepto
abstracto que agrupa
ciertas instituciones sociales
dedicadas a regir sobre un
territorio y sobre
el capital humano” que habita
sobre ese territorio.
(Instituciones o aparatos
de estado, al
servicio del “imperio del
capital”. )
Pero
volviendo a citar
a Antonio, este describiendo aquella
visión neoliberal nos habla sobre;
“la implantación
de las medidas
medulares, que aunque
políticamente odiosas y
costosas, deban
tomarse para el
bien del colectivo
presente y futuro”.
A lo
cual podemos decir
que aquí nos
encontramos con el
paquete de las
medidas medulares dedicadas
al control social y técnico que
requiere el capitalismo
cambiante. Esto sin
importar la opinión
de la población
puertorriqueña, trastocando así (y volviendo
sal y agua)
el viejo discursos
democrático infantil que
inspiraban a los
partidarios del “estado-benefactor” o
“estado-patrón”.
Lo
que quiere decir
que con el
surgimiento del “frente neoliberal” la “democracia
representativa” ha muerto.
Y ha muerto
porque el neoliberalismo además
de negar y
volver imposible la democracia evidencia
en su practica
la ineficacia y
lo explotador y
alienante del “viejo modelo”
del estado-paternalista, benefactor
y/o patrono.
Luego
de describir el
neoliberalismo, Antonio describe
la otra visión
en disputa y
contra la que
él personalmente se
levanta o se rebela. “La del
viejo modelo”, la
que yo nombro
como “neokeynesianismo-populista”;
“La otra
visión en competencia
es la de
la administración de
un estado-patrono, la
que ve y
administra el presupuesto
del Estado como
el de una oficina de
empleos en agencias
y departamentos –a más
empleos en la nómina
gubernamental, más fuerte
será el respaldo
electoral-, que para
los políticos de
tal visión, es lo que
cuenta. Aunque lleve
a la quiebra
al gobierno al extremo
de tener que
cerrarlo, como ocurrió
en 2006, y se
quede la
administración sin dinero
inclusive para financiar
los programas más
puntuales para el
pueblo. Es la
visión que castra
el orgullo del ciudadano
de saberse útil
y mengua su
responsabilidad personal en
forjar su propio porvenir. Es como
la mano extendida del pedigüeño.”
Y
es está, tristemente,
la bandera política
de “nuestra izquierda”. Los
opositores al “frente neoliberal”
se presentan como
partidarios de alguna
suerte de “neokeynesianismo-populista” en
el que “el Estado”
debe volver a
su papel principal
en la economía
para proteger y
defender a los
sectores más marginados
y rezagados por
el “capitalismo salvaje” (sistema
que impone la
desigualdad y la
separación, porque la
desigualdad y la
separación se encuentran
en su propia
naturaleza). Incluso comúnmente esta
perspectiva se nos
presenta como el proyecto histórico-político de los representantes de
las clases subalternas
y trabajadoras.
El
problema con esto
es que precisamente
como nos dice
Antonio, esta visión
favorece la perspectiva
de “la mano extendida
del pedigüeño”. Según
esta visión “el Estado”
tiene el deber moral de
resolver todos nuestros
problemas. Nosotros como
ciudadanos nos convertimos
entonces en meros
espectadores pasivos. Relegamos
nuestra capacidad de
participar y resolver
directamente nuestros propios
asuntos al “Dios-Estado”. ( Lógica
del ciudadano súbdito
del “Dios-Estado” muy aprovechada
por la administración “neoliberal” de
Luis Fortuño y
potenciada curiosamente por “las
resistencias”.)
“El Estado” entonces
en su búsqueda
de crear empleos
para aumentar el
consumo y la
circulación, acrecienta la
burocracia y la
división del trabajo
en áreas totalmente
improductivas o que
no encajan con
un orden coherente
de prioridades y
necesidades.
Por
ello antes del
despido de empleados
públicos abría que
estudiar cuan productivas
eran las posiciones
que ocupaban esos
empleados públicos despedidos,
para el país.
Y no es porque sea
partidario de los
despidos como “los
neoliberales” ( que desean
que el presunto
endeudamiento o inversión
del estado en
crear las condiciones
para que las
multinacionales puedan operar
en el país
sean costeadas, no
por los ricos
y poderosos, sino
por las clases
subalternas y trabajadoras) ,
sino que lo
que trato de
evidenciar es otra
cosa, es decir,
la lógica del
mundo de la
separación que supone
el capitalismo y la lógica
de un régimen
que obstaculiza la
participación directamente de
los ciudadanos en la vida
política de nuestro
país . La lógica
de una economía
que se ha
hecho autónoma y
en la que
ya no importa
la producción (el
valor de uso)
sino la circulación
separada de capitales
(el valor de
cambio).
Para
entender lo que
quiero decir con
el concepto aparentemente
poético del “mundo de
la separación” me
detengo a explicarlo.
Bajo
cualquier sociedad estatal-capitalista existen
amplios sectores de
la población que
se encuentran desposeídos
de los medios de
producción quedando condicionados a
vender su fuerza
de trabajo a
cambio de un
salario, a robar(
y las diversas
maneras de robar)
y a mendigar
(y las diversas
maneras de mendigar),
etc… Esta separación
de los trabajadores
y de los
instrumentos de trabajo
hacen que lo
que dirigen la
economía no lo
hagan en base
a los intereses
de los propios
trabajadores, sino en
base a los
intereses que impone
la identidad de ser un “funcionario del
capital”. Que a
su vez se
comportan como esclavos
de una lógica…,
la
lógica de la acumulación de
capital por el
mero hecho de
acumular capital.
Esto quiere
decir que los
trabajadores producen todo
lo que nos
rodea pero ese
todo que nos
rodea no se
encuentra precisamente organizado
para beneficiar a quienes produjeron
“el todo”. El
fruto del trabajo
de los trabajadores,
bajo el capitalismo,
no es sinónimo
de bienestar social
y colectivo. Sino
sinónimo de salario,
expresado en dinero-mercancía, intercambiable por
otras mercancías producidas
bajo similares condiciones
de explotación y
alienación alrededor del
mundo.
Todo
lo que se
produce se produce
por su rentabilidad
económica y no
para el beneficio
social y colectivo.
Si se construyen
viviendas, por ejemplo,
no es para
que “los sin
techo” puedan disfrutar
de un techo,
sino para vender
esas viviendas a
precios imposibles o
elevadísimos para los
asalariados y/o obligar/condicionar a
los asalariados a ser no
solo esclavos del
salario, sino también
esclavos de la
deuda. Además de
ser esclavos del
fetiche de vivir
en un sector
lujoso como indicativo
de que los
asalariados están accediendo
en la estratificación social.
Es decir, una
necesidad básica como
la vivienda trasformada
en lujo/fetiche exclusivo
de quienes pueden
darse el lujo
y disfrutar del
fetiche de disfrazarse
de elite.
Otro
indicativo básico de
como funciona “el mundo
de la separación” podría
ser el cómo
muchos puertorriqueños residen
en un pueblo/municipio y
trabajan en otro
pueblo/municipio mucho más distante. Pueblos/municipios unidos
por un sistema
de carreteras que
potencia y obliga
a la utilización
del automóvil-mercancía en un archipiélago
en donde existen
más autos-mercancías que
gente. Encontrándose los
habitantes de este
archipiélago totalmente separado
de los espacios-políticos y los medios
de producción para
planificar, debatir y
organizar horizontal y
participativamente un sistema
de trasporte público
verdaderamente adecuado y
eficiente que funcione
para todo el
país. Esto sin
abordar el efecto
aislante, fetichista y mecánicos que
se potencian mediante
el uso del
automóvil. Nada más con el
hecho de que
la gente se
sienta a esperar
a que una
maquina como un automóvil, por
su continuo uso (pensada y
fabricada para un
clima no tropical
como Puerto Rico)
no se dañe
nunca y nos dure toda
la vida. Es
indicativo de la
separación de la
población (espectadora y
consumidora) con el
proceso de producción
y con su
realidad material. Esto
sin contar que
si la razón
de la existencia
de una empresa
es el vender
por el mero
hecho de vender…,
el vender una
mercancía que dure
demasiado podría significar
la quiebra
de tal empresa.
Y
de aquí podríamos
seguir sacándole la
quinta pata al
gato…, pero para
no detenernos en
esto podría presentar
otro ejemplo.
Por
ejemplo, la intención
de imponer el
proyecto del Gasoducto
para mi puso
en evidencia perfectamente
lo que es “el
mundo de la
separación” y de
la incapacidad de
participación directa del
pueblo a la
hora de resolver
sus propios asuntos.
Es decir, allí
ciertas “comunidades” no
consultadas querían ser
desplazadas por los
capricho de la
administración de turno.
A ninguno de
los habitantes de “las comunidades”
sobre las que
se quería construir
el Gasoducto se
les pregunto y se les
hizo parte de
la planificación de
un proyecto energético
(algo tan importante
que debe interesar
a todo un
país). Esto devela
lo necesario que es luchar
por construir espacios
de participación horizontal,
democrática y federada
para impedir precisamente
que pequeños grupos
decidan por la
totalidad del pueblo
en base intereses
que les son
ajenos.
Y
es esto, entre
otras cosas, que
hacen del discurso
de la “democracia-representativa” un
chiste de mal
gusto. Además de
poner entredicho que
tipo de trasformación
política queremos dado
a que entre las
opciones de estatus
que se promueven,
ninguna de ellas busca la
verdadera democracia participativa. Sino
que el tema
del estatus es
visto desde la
óptica de los “hombres
de estado”; desde
la disciplina del
Derecho y la
Economía Política. (Es
decir, desde arriba
hacia abajo. El
pueblo siendo visto
como “carne de
cañón” y “capital
humano” para los
caprichos de nuestra
“clase política”
y demás “funcionarios
del capital”.
Por
eso, ¡ahora!, abordando
el tema principal
del escrito de
Quiñones, que trata sobre
la presunta “importancia
histórica” del plebiscitó
del 6 de
noviembre sobre estatus.
Prefiero hablar sobre
la “importancia histórica”
del tiempo que
nos contiene. Con
el objetivo de “problematizar” y
contrastar el Puerto
Rico de hoy, con
el discurso del “paradigma colonial”
que circunscribe y
determina las diversas
manifestaciones, expresiones e
interpretaciones ideológicas en
la “política puertorriqueña”.
Lo
que me conduce
a formular la
conclusión de que
desde mucho tiempo
hemos sido esclavos
de la reproducción
discursiva de “nuestra
historia” por medio
de los aparatos
ideológicos de Estado
tales como; la
escuela, la Universidad,
los medios de
comunicación de masas,
las instituciones culturales,
etc.
Digo
esto porque sospecho
grandemente de la
rutinaria invocación de los sucesos
clásicos de nuestra
historia a la
hora de hablar
del problema del
estatus;
Por primera vez
en más de medio
siglo –en 519 años
exactamente, es decir, desde
nuestro surgimiento como pueblo-, los puertorriqueños
tendremos la primera oportunidad en nuestras vidas de
responder a una pregunta vital que va al tuétano de la dignidad personal de cada
uno y de la dignidad colectiva del territorio no incorporado
que habitamos desde 1898:
¿deseas continuar viviendo bajo el oprobio de la colonia que nos
ha menguado como pueblo a lo largo de
nuestra historia, o deseas sacudirte
del humillante y castrante
coloniaje transferido en 1898
de la corona española
al águila estadounidense?
Nunca antes se nos había hecho la pregunta. No se nos hizo en 1898 cuando fuimos conquistados como botín de guerra. No se nos hizo en 1917 cuando se nos atosigó la Ley Jones, cuya ignominia colonial quedó intacta, sin quitarle una sola coma ni un solo punto en sus alcances políticos, con la aprobación en 1952 del llamado estado libre asociado, que ya desde su nombre, adoptado por sus propulsores, constituye un oxímoron político.
Aún con los defectos que plantea la consulta de estatus del 6 de noviembre -el primero: es una vergüenza que a un pueblo haya que consultarle si quiere mantener su régimen colonial; en nuestro caso, la barbarie política del estado libre asociado a la altura del tercer milenio de la humanidad-, la oportunidad debe ser aprovechada para decirle al mundo que ha cesado la colonia más antigua del mundo.
Nunca antes se nos había hecho la pregunta. No se nos hizo en 1898 cuando fuimos conquistados como botín de guerra. No se nos hizo en 1917 cuando se nos atosigó la Ley Jones, cuya ignominia colonial quedó intacta, sin quitarle una sola coma ni un solo punto en sus alcances políticos, con la aprobación en 1952 del llamado estado libre asociado, que ya desde su nombre, adoptado por sus propulsores, constituye un oxímoron político.
Aún con los defectos que plantea la consulta de estatus del 6 de noviembre -el primero: es una vergüenza que a un pueblo haya que consultarle si quiere mantener su régimen colonial; en nuestro caso, la barbarie política del estado libre asociado a la altura del tercer milenio de la humanidad-, la oportunidad debe ser aprovechada para decirle al mundo que ha cesado la colonia más antigua del mundo.
Toda
esta cuestión se
me presenta de
momento como un “performance” o alguna
suerte de ritual
a la hora
de hablar del
estatus. Sospecho de
la constante invocación
del Tratado de
Paris o la
Ley Jones. Esto
porque aquí no
veo análisis sino
el empleo de
datos históricos para
expresar la frustración
y la vergüenza
que reproduce el
hecho de que
no hemos todavía
evolucionado a Estado
Nacional o como parte
de un Estado
Nacional. Frustración y
vergüenza que desestabilizan nuestra
identidad y por
tanto nuestra salud
mental. Que nos
hace sentir menos
y que afecta
nuestra autoestima como
individuos y como
colectivo. Esto pues
no es un
análisis serio de
la sociedad, sino
mas bien un
ejercicio de masoquismo.
Como
una vez me
comento un compa;
“Puerto Rico
existe y entra
a la historia
como colonia”. Pero
siempre he tenido
la intuición que
me dicta que
“nuestro régimen”, si
bien es colonial,
nuestro caso particular a
redefinido lo que
se entiende común
e internacionalmente por “colonia”. Cosa
que no se
comenta y que ha obstaculizado
el camino a
la hora de dar una
interpretación más completada
de nuestra realidad
puertorriqueña. Cosa que ha impedido
el desarrollo de
una contestación adecuada.
Por
ello las preguntas
que me siguen
atormentando son las
siguientes; ¿cual es
el punto de
luchar por la
soberanía de un
Estado y/o integración
plena a un
Estado, en tiempos
donde vivimos la crisis
de las soberanías y
en donde empezamos
a vivir el ocaso
de las superpotencias? ¿Qué
sentido tiene el “debate sobre
estatus” en tiempos
en donde se
vive la crisis y
el estancamiento de las democracias
representativas? ¿Y que
tipo de colonia
es Puerto Rico,
dado a que los puertorriqueños estamos
bastante integrados a las instituciones
estadounidenses, y de
lo que carecemos
es del espejismo
(o del derecho)
de votar por
el presidente y
enviar “representantes” al
Congreso?
Estas
son las preguntas
que me he
hecho en el preciso momento
en que logre
exiliarme de lo
que llamo por
ahora el “paradigma
colonial” para empezar
a concebir a
Puerto Rico fuera
de la burbuja
dominante. Es pues
un ejercicio mental que
me sirve para
intentar y ensayar
otro tipo de
interpretación que le
de sentido a
otro tipo de
contestación que justifique
la lucha de
abajo hacia arriba.
Quizás utilizando herramientas
teóricas insuficientes, incompletas,
o superadas como
las propuestas por
Althusser con sus “aparatos ideológicos
de Estado”. O
la “teoría del
espectáculo” propuesta por
Debord.
Espero
poder desarrollar esto por
medio del debate
amistoso y por
medio del estudio
consecuente de la
realidad puertorriqueña. Y
por medio del
desarrollo y la
adopción de un
marco teórico adecuado
a los nuevos
tiempos.
Notas:
1. Sociedad
de consumo:
Sociedad de consumo
o sociedad de
abundancia son dos
conceptos que uso
como sinónimos y que los
utilizo para describir
el capitalismo avanzado
que impera en
Puerto Rico. Un
capitalismo que ya
no se preocupa
por la producción,
sino por el
desarrollo del sector
terciario o de
servicios. Privándonos entonces
de la capacidad
de gozar de
un país con el mayor
grado de autosuficiencia posible.
Es una economía donde construir centros
comerciales es sinónimo de
progreso y en
donde el desarrollo
de la agricultura
o de industrias
nacionales es visto
como un atraso
o de poca
importancia. Una economía donde el
imaginario de parque
temático impera. En este
estado actual del
capitalismo los asalariados
(y no empleados)
no solo son
visto como fuerza
de trabajo, sino también
como
consumidores-espectadores
del espectáculo que
implica la sociedad
de consumo o
de abundancia. Una
sociedad en donde
el desarrollo de
las fuerzas productivas
permite la abundancia de mercancías
pero
en donde el
acceso a esas mercancías
esta
regulado por las
relaciones de producción
capitalistas.
2. Intervención estatal: Sostengo la hipótesis
de
que el lenguaje
se configura como
engañoso dado a
que por la
fuerte influencia de
la ideología dominante
se nos hace difícil concebir
la fusión económica-estatal. Por
eso entiendo que existe una
tendencia a utilizar
el termino de “intervención estatal
en la economía” cuando
la economía capitalista
de por si
se desarrolla gracias
al Estado.
3. Ideologia y
aparatos Ideologicos de
Estado. Freud y
Lacan, por Louis
Althusser.
