El anarquismo, en general, surge de dos supuestos: todos los seres humanos son iguales y nacen libres, pero se crea divisiones basadas en, o buscando el privilegio. De aquí surgen las nacionalidades, las diferencias de clase, las diferencias raciales y otros tipos de discrimen ficticios. Con esto en mente, los anarquistas en general entonces vemos el origen de la moral en este reconocimiento natural de igualdad y libertad en todos los de nuestra especie y vemos la ley positiva, entiéndase la ley coercitiva del Estado, como injustificable y arbitraria.
Ya esto sentado, hay que tener en cuenta las formas en que el modus operandi del Estado es violencia. El Estado, por ejemplo, unilateralmente exige a todos bajo su mando que lo apoye económicamente por medio de impuestos, muy astutamente llamadas “contribuciones” en nuestro país, so pena de cárcel. Se nos pide que legitimemos la perpetuación del mando-obediencia por medio del voto y de contratos enforzados por la ley del Estado, bajo cual se puede defender la extorsión, explotación y se viabiliza el mantener corporaciones inmorales sin permitir que a través del boicot se caigan por su peso. Ejemplo concreto pero cercano: en el actual estado de las cosas, no importa cuanto la gente proteste y hasta se interpongan a dicho proyecto, el famoso Paseo Caribe se construyó exactamente donde es un detrimento para el ambiente y la mayoría de los puertorriqueños. Sólo favorece a los empresarios que le sacarán provecho económico. En una sociedad sin Estado, no hubieran siquiera podido poner una piedra fuera de sitio si le molestara a cuanta gente como le molesta los atropeyos contra el ambiente y el pueblo puertorriqueño hoy dia.
Por otro lado, la mayoría de nosotros en el Colectivo de Acción Libertaria sólo apoyamos la violencia como método de autodefensa.
Esto por varias razones. Por un lado, el Estado se caracteriza por la coerción y varias formas de violencia; sólo el Estado es culpable de los impuestos, la expropiación, los encarcelamientos hasta por problemas supérfluos, la represión contra manifestantes y el individuo en general a mayor o menor escala, la censura y el discrimen institucionalizado. Sin embargo, el Estado no es más que una abstracción de a lo que se reduce todo: gente. Y, en esa mentalidad, le podemos cambiar el nombre a la violencia desde un punto de vista individual en ves de conceptual y nos encontramos con igual valores de violencia: robo, amenaza, violencia física, verbal y emocional, captura de rehenes, censura de diversas clases y en general odio discriminatorio en favor de la propia etnia, clase social, “nacionalidad” e incluso, para los de nosotros que apoyamos más específicamente la causa ambiental y de los animales, en favor de la propia especie.
Por otro lado, el anarquismo se diferencia de otras visiones políticas de izquierda en que aunque en general se busca un mundo más justo por encima de simplemente más prospero para algunos pocos, el anarquismo en todas sus vertientes hace un énfasis y particular valorización sobre la libertad individual. Nosotros abogamos por una sociedad donde tú puedas ser tú y yo pueda ser yo sin que a ninguno de los dos lo obliguen a ser como el otro, y tanto el alcance como los límites dentro de una sociedad caerían dentro de estos parámetros. A esto, filosófico-éticamente hablando, se le ha llamado el principio del voluntarismo, y en términos resumidos consiste en lo siguiente: a cada ser humano se le respetará la libertad individual y su integridad física siempre y cuando respete la libertad individual e integridad física de sus semejantes. Parece simple, pero tiene implicaciones fuertes. La violación, el robo, agresión física, censura, intimidación, violencia emocional, la expropiación y el exilio (que no sea voluntario) están expresa y manifiestamente condenados ya desde este principio, y deja inválido moralmente la mera existencia del Estado. También, al no delimitar de manera tan cercana y específica a qué ser humano aplica, se sobre entiende que aplica a todos sin discrimen de gentilicio, etnia, género, sexualidad, etc. De una manera u otra, los anarquistas en general nos subscribimos a este principio, y en base a él nos oponemos a la existencia del Estado y todas sus formas de violencia.
Sólo falta un tema por tocar en términos de la acción libertaria de los anarquistas y la violencia: de qué manera este principio justifica la violencia en autodefensa. Y es bastante claro. Si no se te respeta la libertad individual y/o integridad física propia o de cualquier grupo, se les contesta hasta lograr obtener o recuperar dicha libertad. ¿El Estado nos miente y esconde información? Aportemos a sacarle la información hasta por los poros y de todas las fuentes posibles. ¿Nos expropiaron la casa? Ocupemos un edificio abandonado, o construyamos en un terreno vacío.
Hay varias formas de contrarrestar la violencia, grandes y pequeñas, en proporción con nuestras fuerzas y recursos. Lo primero y más importante es generar la mentalidad de reconocer los verdaderos y más fuertes derechos humanos, que radican en la igual-libertad-para-todxs, que es la mayor libertad a la que podemos aspirar. Es perfectamente plausible la revolución social, paso a paso, con la creación de consciencia y el recordarle al individuo del archipiélago su poder inherente político como individuo que tiene derecho a tener donde vivir, que comer y a que dedicarse, sin tener que recurrir a la violencia hacia individuos que son inocentes.
Libertad e igualdad; es lo que buscamos y creemos, algo que el Estado no nos dará y nos ha negado a lo largo de la historia. El negarnos ambas cosas son actos de violencia, que al nosotros no resignarnos a ella da paso a que nos agredan físicamente, según su ley coercitiva y violenta. Obligar al pueblo a ofrecer su mano de obra con sólo perecer como alternativa a unos pocos para que ellos se enriquezcan es violencia y opresión.
En Puerto Rico desde los comienzos del siglo XIX se le quito la libertad al obrero puertorriqueño, cuando en contra de la voluntad de los individuos del archipiélago se les impuso el régimen de la libreta, en donde toda persona de escasos recursos se les obligó a trabajar para un propietario de haciendas y hacer todas sus compras en dicha hacienda. Esto hizo que el puertorriqueño, que antes sólo trabajaba fuera de su casa para conseguir dinero para algo que necesitara, se le convirtiera en un proletario a tiempo completo y sin opción de sobrevivir autogestionado como lo hacia hasta finales del siglo XVIII cuando vivía de sus cosechas.
Por tanto, entendemos que nuestra violencia debería ir por etapas. Primero autogestionar lo necesario, contrario a lo que el gobierno quiere, que es que trabajemos para un patrono que se enriquece a cuenta de uno. Luego usar nuestro ejemplo para ayudar a otros e incitar a más personas a la autogestión y de esta manera seguir violentando lo que el gobierno propone como que es disque mejor.
La violencia física solo la deberíamos utilizar como forma de defensa personal contra el poder que nos ataque. No creemos en atacar primero como mejor estrategia porque no muchos entenderían la razón del ataque. Debemos ser pacientes y esperar el momento adecuado en el que el pueblo entienda y se una a la insurrección. De no hacerlo con el favor del pueblo, estaríamos exponiéndonos a la crítica, la mala interpretación del por qué se hizo y nos echaríamos al pueblo en contra.
Es por eso que proponemos primero una violencia educativa, acompañada de ejemplos de puertorriqueños en Puerto Rico—porque el lema del pueblo es “aquí no se puede”—y así demostrar que aquí sí se puede, y que contra toda autoridad seguiremos violentando cualquier imposición que ellos decidan en contra de nuestra libertad.

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