[Brevísimo fragmento]
Los anarquistas puertorriqueños se consideraban personas del futuro, como abogaba Luisa Capetillo, y aunque no elaboraron un discurso basado de la propanganda “a través de los hechos”, es decir, por la vía de la violencia revolucionaria, llevaron un ejemplo a través de sus vidas. Capetillo consideraba a sus camaradas anarquistas como “los hombres y mujeres más justos, equitativos, humanos, amigos, leales y seguros compañeros a pesar de las distancias. Valientes y decididos defensores de la fraternidad universal. …” Es de aquí que nace la práctica de los santos laicos. Estos eran los obreros que dedicaban su vida al ideal, abandonando cualquier tipo de vicio que pudiese corromperlos, dedicándose en una forma casi religiosa a la “causa”. Estos dejaban de fumar y de beber pues creían, como afirmaban en su periódico El Eco del Torcedor, que estos vicios “ha[n] robado á la mesa abundancia, obligando al hombre a pedir limosna en la calle” y “ha[n] llenado las casas de corrupción, y de locos, con sus lamentables víctimas.”Para el resto del texto acceda aquí. O puede conseguirlo en nuestra sección de Semillas en pdf.
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